
Por donde salta la cabra, salta el cabrito
Una advertencia empresarial sobre el ejemplo que damos
En el ambiente empresarial, como en la vida, hay un principio que no falla y es que se educa mejor con el ejemplo que con las palabras. Pocos refranes lo expresan con tanta claridad como: “Por donde salta la cabra, salta el cabrito”. Lo que en el campo se dice para advertir sobre las malas costumbres que los hijos pueden heredar de sus padres, en la empresa se traduce en una poderosa reflexión sobre liderazgo, cultura organizacional y coherencia.
Liderar es modelar
En todas las organizaciones, los líderes (sean gerentes, jefes de área o fundadores) tienen una influencia directa sobre el comportamiento del equipo. Si la “cabra” (el jefe) salta por donde no debe (faltando al respeto, evadiendo responsabilidades, improvisando sin método, llegando tarde o manipulando cifras), no esperemos que el “cabrito” (colaborador) haga algo distinto.
Las personas no solo escuchan instrucciones; observan actitudes, internalizan valores y, en muchos casos, replican conductas. ¿De qué sirve hablar de excelencia, si lo que ven es conformismo? ¿De qué vale pedir compromiso, si los líderes no se involucran?
La cultura corporativa: se construye desde arriba
Las empresas con culturas sólidas no son aquellas con carteles bonitos en la pared. Son aquellas donde los valores se viven, no se declaman. Y esa vivencia empieza por el ejemplo de quienes están al mando.
Si desde arriba se prioriza la ética, la calidad, el respeto al cliente, la puntualidad y el trabajo bien hecho, es mucho más probable que esas mismas actitudes se repliquen hacia abajo. La “cabrita” salta siguiendo la huella que vio primero.
El peligro del mal ejemplo silencioso
Hay errores que se corrigen con un llamado de atención, y otros que se instalan silenciosamente en la cultura. Un jefe que grita, que no escucha, que incumple los procesos o que promueve la mediocridad no solo está siendo improductivo: está moldeando indirectamente el futuro de la empresa. Está enseñando, sin querer, que eso está permitido.
Como dice otro refrán: “el pez se pudre por la cabeza”.
Recomendaciones para las empresas
- Formar a sus líderes no solo en lo técnico, sino en habilidades humanas.
- Evaluar constantemente la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.
- Escuchar al equipo, que muchas veces ve más claro lo que está pasando.
- Corregir a tiempo, antes de que el mal ejemplo se multiplique.
Porque en la empresa, como en la vida, todo se transmite. Y tarde o temprano, si la cabra salta la cerca, el cabrito también lo hará.